En este artículo se revisan los riesgos físicos, químicos, biológicos, ergonómicos y psicosociales asociados al sector de la industria de la minería, todavía muy importante en muchas partes del mundo, y en donde existe todavía un margen importante para reducir los riesgos, sobre todo de accidentes, problemas relacionados con la ergonomía, el ruido y el control sobre el polvo de carbón y sílice.
Este es un resumen de dichos riesgos.
Riesgos físicos
Las lesiones traumáticas representan el principal problema y su rango oscila desde los triviales hasta accidentes mortales (caída de rocas, incendios, explosiones, inundaciones, derrumbamiento y electrocución). La aplicación sistemática de técnicas de gestión del riesgo en países desarrollados ha contribuido a reducir de forma sustancial la frecuencia de este tipo de accidentes, aunque son necesarias importantes mejoras para alcanzar los límites tolerables a nivel general.
El ruido, y la sordera subsecuente, han estado de forma omnipresente en la minería. Es generado por las perforadoras, dinamita, corte de materiales, equipos de ventilación, trituradoras, cadena de transporte de los minerales y, finalmente, el procesado. Controlar el ruido ha sido siempre ha sido una tarea muy difícil en este sector.
El calor y la humedad es un importante problema ya que la temperatura del aire aumenta con la profundidad (debido principalmente al gradiente geotérmico y a la mayor presión barométrica). Así, en las profundas minas de oro de Sudáfrica, los golpes de calor de consecuencias fatales han sido siempre un problema importante.
La presión barométrica es elevada en minas profundas (en estos casos se genera un incremento de la temperatura del aire y se reduce la sudoración, lo que genera golpes de calor) y reducida en minas de alta altitud, especialmente en Sudamérica (en estos casos una hipoxia crónica intermitente induce adaptaciones fisiológicas y genera síntomas agudos benignos del mal de la montaña).
La vibración transmitida por martillos neumáticos es la causa o exacerbación de trastornos vertebrales preexistentes.
La exposición solar a la radiación ultravioleta en trabajadores que operan en minas de superficie contribuye a la presencia de cáncer de células escamosas y cáncer de células basales.
Finalmente, la exposición a radón en minas profundas ha incrementado el riesgo de cáncer de pulmón aunque, afortunadamente, gracias al empleo de poderosos equipos de ventilación puede ser controlado.
Riesgos químicos
La sílice cristalina ha sido durante mucho tiempo un serio problema en la minería a causa del riesgo de silicosis que conlleva. La prolongada exposición a dicho polvo origina un patrón obstructivo (tos, expectoración, disnea), que evoluciona posteriormente a fibrosis pulmonar con un patrón restrictivo severo, además de un incremento de la artritis reumatoide, enfermedad renal y riesgo de cáncer de pulmón.
El polvo de carbón ha sido otro serio problema de las minas, causante de neumoconiosis o pulmones negros, que conduce a una enfermedad pulmonar obstructiva crónica que evoluciona posteriormente a fibrosis pulmonar con un patrón restrictivo severo.
El asbesto ha causado un inmenso legado de enfermedades relacionadas (fibrosis pulmonar, mesotelioma pleural y cáncer de pulmón).
En naciones desarrolladas el riesgo a estos polvos minerales ha sido en gran parte controlado con medidas destinadas a suprimir o disminuir el polvo (uso de equipos de perforación con proyección de agua sobre las rocas, manejo de cabinas cerradas, sistemas de ventilación adecuados y, finalmente, empleo de máscaras de protección respiratoria apropiadas).
La exposición a las partículas de diesel sucede en minas subterráneas a causa de los equipos que se alimentan del mismo, sobre todo en equipos de perforación y transporte. Las partículas de diesel se encuentran clasificadas por la IARC en el grupo 2A como probable carcinógeno humano, especialmente cáncer de pulmón.
Gases como el metano (riesgo de explosiones), dióxido de carbono, monóxido de carbono y dióxido de azufre, todavía permanecen como un serio problema que requiere monitorización.
Riesgos biológicos
El bacilo tuberculoso es un agente concomitante en muchos trabajadores con silicosis, especialmente en África, donde la alta prevalencia de la infección por HIV incrementa el riesgo de tuberculosis por la inmunosupresión que conlleva.
Otro agente infeccioso a tener en cuenta es la legionella, a causa de las torres de refrigeración que son encontradas frecuentemente dentro de las minas (se deben realizar periódicos análisis microbiológicos del agua para detectar dicha contaminación).
El resto de enfermedades infecciosas han disminuido con las mejoras sanitarias y el consiguiente incremento de las medidas de prevención (malaria, dengue, leptospirosis y anquilostomiasis eran, en otro tiempo, comunes).
Riesgos ergonómicos
Si bien la minería se ha vuelto cada vez más mecanizada, existen todavía una considerable cantidad de procesos manuales que son fuente de movimientos traumáticos repetitivos y sobrecargas musculares, especialmente en el área del hombro (y que conducen en numerosas ocasiones a discapacidades laborales prolongadas). La mayoría de las minas operan las 24 horas del día, 7 días a la semana, por lo que el turno de trabajo alternante es muy común. La falta de sueño y la fatiga subsiguiente ha sido objeto de una considerable investigación en la industria, especialmente por los daños cognitivos que ocasiona en los trabajadores -motivo de accidentes- y por el mayor riesgo de cáncer, a causa de la disminución de uno de los más poderosos antioxidantes del organismo, la melatonina.
Riesgos psicosociales
El abuso de drogas y alcohol ha sido un tema difícil de abordar en la minería, aunque ya, en muchos sitios, se realizan análisis de drogas en orina antes de ser contratado el trabajador y tras los accidentes.