El hígado graso, comúnmente conocido en el ámbito sanitario como esteatosis hepática, es una enfermedad generalmente benigna del higado que se caracteriza por la acumulación de ácidos grasos y de triglicéridos en las células hepáticas.
Los síntomas del hígado graso por regla general suelen ser dolor en la parte superior derecha del abdomen, malestar general, fatiga crónica, y sensación de pesadez, en especial después de las comidas.
Aunque también es cierto que existen pacientes que no tienen síntomas, cuestión peligrosa hasta cierto punto dado que la enfermedad puede evolucionar de manera silenciosa a estadios más graves.
Hace algunos años el hígado graso se relacionaba con el consumo de alcohol en grandes cantidades, aunque en la actualidad cada vez son más los especialistas que relacionan el aumento de personas con esta patología con los altos niveles de obesidad, de colesterol y triglicéridos.
Qué es el hígado graso
Habitualmente, y con absoluta normalidad, nuestro hígado posee cantidades pequeñas de grasa, que supone concretamente alrededor de un 10% de su peso. Sin embargo, cuando esta acumulación grasa es excesiva y supera esta cantidad es cuando nos encontramos ante una esteatosis hepática.
Como su propio nombre indica, la esteatosis hepática consiste en la acumulación excesiva de grasa en el hígado, por encima de lo considerado como normal.
Al microscopio el especialista médico observa cómo los hepatocitos (las distintas células del hígado), poseen gotas de grasa o lipídicas de gran tamaño y en número pequeño, o bien de tamaño pequeño y en grandes cantidades.
Se caracteriza principalmente porque este órgano se ve incapaz de eliminar los ácidos grasos y triglicéridos, por lo que poco a poco se van acumulando en las en las células hepáticas.
De hecho, la esteatosis hepática es considerada grave cuando causa hepatomegalia y hepatitis (esteatohepatitis). Es decir, cuando ocasiona el agrandamiento y la inflamación del hígado.
Es más, en la mayoría de los casos nos encontramos ante una esteatosis hepática leve, lo que médicamente es denominada como esteatosis hepática grado 1 o 2, la cual no suele dar complicaciones ni avanzar a estadios más graves, ni causar síntomas. Es decir, la acumulación de grasa en el hígado es por lo general pequeña, no causando inflamación.
Causas del hígado graso
Hasta hace bien poco se pensaba que la acumulación de grasa en el hígado era debido única y exclusivamente por un consumo habitual y excesivo de bebidas alcohólicas. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, se ha descubierto que en realidad la esteatosis hepática se encuentra y diagnostica en personas que no ingieren alcohol de forma crónica.
Podemos establecer a continuación las principales causas de la esteatosis hepática. En definitiva, cuando la causa no está relacionada con el consumo de bebidas alcohólicas, nos encontramos ante una esteatosis hepática no alcohólica:
- Sobrepeso y obesidad: Debemos tener en cuenta que la esteatosis hepática se produce especialmente en personas con exceso de peso. De hecho, muchos especialistas médicos coinciden en que cuanto mayor es ese exceso de peso más elevado será el riesgo.
- Pérdida de peso: A diferencia de lo que se piensa, el exceso de peso no es la única causa de esteatosis. ¿Sabías que también puede producirse como consecuencia de una pérdida rápida de peso? A su vez, puede aparecer por desnutrición.
- Consumo de alcohol: Es una de las causas más comunes, pero no la única, y debemos diferenciarla de la esteatosis hepática no alcohólica evidentemente no causada por la ingestión de alcohol.
- Diabetes Mellitus: Tanto la diabetes tipo 2 como la resistencia a la insulina son dos causas relacionadas, ya que ocasionan la acumulación de grasa en el hígado.
- Colesterol elevado: Cuando existe colesterol alto, y sobre todo triglicéridos, también nos encontramos ante una causa directamente relacionada.
- Consumo de determinados medicamentos: Como es el caso de los estrógenos, corticoides, antirretrovirales, el Tamoxifeno o el Diltiazen.
Por ello, aunque se trata de una enfermedad benigna en casi todos los casos, si no se cuenta con un tratamiento adecuado que ayude a eliminar la grasa en el hígado, la enfermedad puede provocar la aparición de cirrosis y/o cáncer de hígado.
Síntomas del hígado graso
Los síntomas del hígado graso, por regla general, suelen ser dolor en la parte superior derecha del abdomen, malestar general, fatiga crónica, y sensación de pesadez, en especial después de las comidas. Aunque también es cierto que existen pacientes que no tienen síntomas.
Aunque hace algunos años el hígado graso se relacionaba con el consumo de alcohol en grandes cantidades, actualmente los especialistas la relacionan con los altos niveles de obesidad, de colesterol y triglicéridos.
Son varios los síntomas del higado graso, aunque también es cierto que no todos los pacientes presentan síntomas. Por regla general, los más habituales son los siguientes:
- Dolor en la parte superior derecha del abdomen.
- Malestar general.
- Cansancio.
- Fatiga crónica.
- Pérdida de peso.
- Sensación de pesadez.
- En algunas ocasiones, ictericia.
En casos graves, en los que el grado de afectación del hígado graso es bastante más peligrosa, es posible observar algunos síntomas como dolor intenso en la zona superior del abdomen y posibilidad de que se desarrolle una insuficiencia de hígado aguda.
No obstante, no tener síntomas asociados no significa que no se pueda estar sufriendo de hígado graso. De hecho, se estima que alrededor de un 30% de los pacientes con esta enfermedad no presentan prácticamente ningún síntoma.
De esta forma, al ser una afección asintomática, es común que el hígado graso se descubra de manera casual, por ejemplo tras la realización de una ecografía abdominal, o por una exploración del abdomen si el médico es capaz de palpar que el hígado ha aumentado de tamaño.
Dado que en algunos pacientes pueden no presentarse síntomas, la mejor forma de corroborar la existencia o no de la esteatosis hepática, es a través de una ecografía abdominal, justamente después de comprobar en una analítica de sangre que están las transaminasas altas. No en vano, en algunos casos también puede aparecer la bilirrubina alta.
Evolución del hígado graso
Generalmente el hígado graso es una patología benigna que tiende a no evolucionar a estadios más graves de la enfermedad.
Una vez se detecta la aparición de hígado graso (a través de ecografía abdominal), se deben tomar las medidas necesarias para eliminar esa grasa en el hígado, y evitar con ello que el hígado graso evolucione a esteatohepatitis(hígado inflamado, aumentado de tamaño, en este caso causado por acumulación de grasa abundante y en exceso), y de ahí a una posible cirrosis y/o cáncer.
De hecho, cuando el hígado graso no se trata es posible que pueda cursar con cirrosis y aumentar por tanto el riesgo de cáncer de hígado.
Tratamiento del hígado graso
A pesar de que no existe un tratamiento definitivo para el hígado graso, las recomendaciones básicas que se dan al respecto pasan por una reducción de peso corporal y seguir una alimentación sana y saludable, rica en frutas y verduras.
La práctica de ejercicio es adecuada en todos los casos, dado que ayudamos a nuestro organismo a que elimine la grasa sobrante del cuerpo. Más aún, cuando optamos igualmente por el consumo de alimentos como la alcachofa, o bien cápsulas de cardo mariano, que ayudan al hígado a realizar sus funciones y, además, renuevan las células hepáticas.
Una buena opción es acudir a un nutricionista que nos indique una dieta adecuada para el hígado graso, y que controle el peso que vayamos perdiendo, puesto que una pérdida rápida de peso está asociada a un mayor daño al hígado. Eso sí, recuerda dejar el alcohol y no tomar nunca una bebida alcohólica.
El hígado graso es una condición por lo general fácilmente tratable y en la mayoría de los casos benigna. De hecho, controlando las causas que hayan provocado la aparición de grasa en el hígado se facilita su curación.
La práctica de ejercicio es adecuada en todos los casos, dado que ayudamos a nuestro organismo a que elimine la grasa sobrante del cuerpo.
Una buena opción es acudir a un nutricionista que nos aporte una dieta adecuada para el hígado graso, y que controle el peso que vayamos perdiendo, puesto que una pérdida rápida de peso está asociada a un mayor daño al hígado.
No obstante, en algunas ocasiones es posible la administración de fármacos con el fin de tratar los síntomas y no sobrecargar así más al hígado. En cualquier caso, recientes estudios han encontrado que algunos medicamentos, como podría ser el caso de la metformina, ha demostrado ser útil para disminuir las transaminasas y las grasas en el hígado.
Cómo curar el hígado graso
Evita el consumo de alcohol
No hay duda que el consumo de bebidas alcohólicas influye de forma directa en la acumulación de grasa en el hígado, además de afectarle de forma muy negativa al causar daño en sus células.
Por tanto, es fundamental e imprescindible eliminar prácticamente por completo el consumo de cualquier bebida alcohólica, incluso aquellas que sean de baja graduación como por ejemplo podría ser el caso de la cerveza o el vino.
En la mayoría de los casos, cuando el hígado graso es debido a consumo de alcohol, el pronóstico de la enfermedad es muy bueno cuando se reduce y/o se elimina por completo.
Haz ejercicio físico
La práctica de ejercicio físico no solo es imprescindible a la hora de mantener una buena salud; es especialmente adecuado a la hora de reducir la grasa en el hígado y curarlo, ya que al mantenernos activos reducimos la grasa de nuestro cuerpo (en especial en este órgano, al movilizarse).
Además, es tremendamente útil para bajar de peso, evitar el sedentarismo, y reducir el exceso de peso que podamos tener. En muchos casos basta con practicar cada día al menos 40 minutos de ejercicio físico aeróbico.
Sigue una dieta adecuada
La alimentación también influye en la aparición del hígado graso no alcohólico, sobre todo cuando tiendes a consumir alimentos ricos en azúcares y grasas. Por tanto, una buena opción es seguir una dieta equilibrada y saludable, y evitar alimentos refinados y procesados.
Volviendo al principio: ¿es posible prevenir el higado graso?
Teniendo en cuenta que, en la actualidad, la mayoría de casos que se diagnostican de hígado graso son causados por los hábitos y por el estilo de vida que seguimos a día de hoy, es evidente que el higado graso o esteatosis hepática se puede prevenir. Incluso no solo podemos decir que se puede prevenir, sino que en caso de ser detectado y estar ya presente, se puede curar.
Por tanto, para prevenirlo es importantísimo seguir un estilo de vida saludable, basado en el seguimiento de una dieta variada y equilibrada, rica en alimentos frescos y saludables, y baja en grasas. En este sentido, por ejemplo, podemos poner como ejemplo la dieta mediterránea, considerada -de hecho- como una de las dietas más sanas que existen. La clave, como vemos, está en evitar el sobrepeso y la obesidad, y en mantener una alimentación lo más saludable posible.
Dado que el alcohol es otro de los enemigos para la salud de nuestro hígado, y que interviene de forma decisiva en la acumulación de grasa en este órgano, es fundamental eliminar por completo el alcohol de nuestra dieta.
No obstante, existe cierta controversia sobre cómo actuarían determinadas bebidas alcohólicas “más saludables” sobre el hígado, como es el caso del vino, ya que algunos estudios constataron en su momento que consumir una copa de vino al día ayudaba a prevenir el hígado graso y a evitar que la grasa se acumulara en él. En cualquier caso, dado que no existe acuerdo por parte de la comunidad médica, la recomendación básica es simple: evitar o reducir casi al completo el consumo de cualquier tipo de bebida alcohólica.
Como indicábamos, el sobrepeso y la obesidad influyen en la aparición de grasa en el hígado, de la misma forma que también lo hace la diabetes (que, dicho sea de paso, puede aparecer a su vez por tener exceso de peso). Por ello, es importantísimo reducir nuestro peso poco a poco con ayuda de un nutricionista, mediante una dieta personalizada y adecuada a nuestras condiciones y circunstancias personales. Muchos estudios científicos han constatado que con una reducción moderada del peso se consigue revertir e incluso eliminar la presencia de grasa en el hígado.
Por otra parte, cuando practicamos ejercicio físico con regularidad aumentamos nuestro metabolismo y quemamos grasas. Es una actividad que ayuda de forma muy positiva en caso de tener hígado graso, especialmente si practicamos algún tipo de ejercicio aeróbico, como por ejemplo correr o caminar. Basta con practicarlo con cierta regularidad, a ser posible cada día y durante al menos 30 minutos cada vez.
Teniendo en cuenta que niveles altos de colesterol y de triglicéridos pueden igualmente influir en su aparición, es conveniente reducir los niveles altos de grasas en la sangre. En este caso, los consejos preventivos indicados anteriormente son igualmente útiles y recomendados.
También existen trucos y consejos que permiten depurar el hígado, y que ayudan ante cualquier patología relacionada con este importante órgano.
Algunos consejos naturales que te ayudarán mucho
Si te han detectado recientemente hígado graso, en primer lugar debes mantener la calma. Y es que aunque se trata de un trastorno muy común, y por lo general benigno, es cierto que aunque no debes alarmarte sí es aconsejable ponerte manos a la obra cuanto antes. A los consejos indicados anteriormente, como evitar las bebidas alcohólicas, seguir una dieta baja en grasas y sana, bajar de peso y hacer deporte regularmente, también puedes seguir los siguientes consejos naturales:
- Opta por infusiones depurativas del hígado: Es el caso, por ejemplo, de infusiones elaboradas con alcachofa y diente de león. En este sentido, puedes elaborar una infusión combinada de alcachofa y diente de león. Para ello debes hervir en un cazo el equivalente a una taza de agua, y llevar a ebullición. Cuando el agua entre en ebullición añade una cucharadita de diente de león y otra de hojas de alcachofera. Deja hervir durante 3 minutos, para luego apagar el fuego, colar y dejar en reposo 3 minutos. Puedes beber 3 tazas de esta infusión al día. También puedes optar por la infusión de regaliz. En este caso la elaboración es idéntica a los pasos seguidos anteriormente, con la diferencia que deberás sustituir la alcachofera y el diente de león por una cucharadita de regaliz, y no beber más allá de 2 tazas al día, ya que puede actuar negativamente sobre la tensión arterial.
- Cardo mariano, protector del hígado: Como ya hemos comentado en otros artículos, el cardo mariano es una de las plantas con beneficios medicinales más destacados para el cuidado y la protección del hígado. Contiene silimarina, la cual ayuda a regenerar y proteger las células del hígado. Si deseas disfrutar de sus cualidades puedes optar por cápsulas de cardo mariano o extracto líquido de cardo mariano, que encontrarás fácilmente en herbolarios.